Este
espacio cerrado, recortado, vigilado, en todos sus puntos, en el que los
individuos están insertos en un lugar fijo, en el que los acontecimientos están
registrados, en el que un trabajo ininterrumpido de escritura une el centro y
la periferia, en el que el poder se ejerce por entero, de acuerdo con una
figura jerárquica continua en que cada individuo está constantemente
localizado, examinado y distribuido entre los vivos, los enfermos y los
muertos-todo esto constituye un modelo compacto del dispositivo disciplinario.
Michel Foucault,
Vigilar y castigar. El nacimiento de la prisión, Siglo XXI, Madrid, 1990, p. 201
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